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miércoles, 28 de diciembre de 2011

Simplemente Fer II


Nuevamente enmudecí, al ver esto Sandra giro y siguió caminando. Volvimos a reunirnos varias veces, pero nadie decía nada y así transcurrieron dos meses, hasta que una noche inesperada me llamó, al oír su voz como siempre el corazón se me quería salir; me dijo que le urgía hablar conmigo, eran las 10:00 pm. No dudé en vestirme para ir al encuentro de mi amada, aunque ella ni lo sabía. No importó decirle a mi madre donde iría, sólo pensaba en Sandra.
Hola –hola– recuerdo que en ese instante me pidió que la abrazara, no sabía que sucedía pero me encantaba tenerla cerca y poder sentir su aroma.
¿Qué te sucede? pregunté. ¿Recuerdas lo que pasó en el baño hace algunos años atrás? Sí,  –nuevamente pensé que enmudecería, pero no lo hice– sin decir nada me besó y por supuesto no dude en responder, a pesar que era mi primer beso (no lo hice nada mal jejejeje) fue sensacional porque ambas sentíamos que nos amábamos.
De pronto me retiré bruscamente de sus labios. ¿Tu mamá? –No hay nadie– siguió besándome. Nos dirigimos a su habitación, nadie hablaba sólo nos dejábamos llevar por la pasión desencadenada de nuestros cuerpos.
Poco a poco los besos fueron más intensos y empezamos a desvestirnos con una maestría inverosímil, mis manos recorrían sus copas de nieve que se derretían por el calor de nuestros cuerpos. Sus montes blancos parecían volcanes en erupción, mientras la yema de sus dedos recorría cada rincón de mi cuerpo mientras susurraba tenuemente amarme. La noche fue testigo de nuestros primeros murmullos y gemidos en la habitación, se clavó en mi como fuego entre mis venas, poco a poco nos confundíamos entre sus sábanas, abrazadas haciéndonos el amor. Jugaba con mi cuerpo, sus manos parecían paletas de fuego que encendían completamente mi ser; su cuerpo y el mío se unieron, un solo corazón latía por las dos fui totalmente suya y fue totalmente mía. Lo que expreso, es lo que está en mi memoria, la primera vez nunca se olvida, no sé si es por eso o por lo que ella aún significa para mí.
Regresé a casa feliz sin imaginar lo que allí me esperaba, pero nada importante ¡Era feliz! Mi madre armó una batahola y sin pensar le dije mi sexualidad, nuevamente el escándalo, gritos, llanto y yo sólo recordando los momentos de placer con Sandra, no obstante debo aclarar que era ella respeta mi sexualidad y mis decisiones.
Esa noche no podía conciliar el sueño porque pensaba en Sandra (decirles que pensaba en mi familia sería mentirles) quería que sean las 6:00 pm para ir a buscarla y así fue; sin embargo, grande fue mi sorpresa cuando me dijeron que regresó a la capital.
Allí entendí lo que la noche anterior quería decirme; era obvio, ella lo sabía y calló. Del paraíso al infierno, de la alegría al llanto, de la cima a otra sima me costó mucho recuperarme, no hacía más que encerrarme en mi habitación. Mis padres no entendían lo que me sucedía y trataban de animarme,  en ese momento por primera vez hablé de mis sentimientos, que sufría, que su hija experimentó el amor, que no había nada que pudiera consolarla excepto estar en los brazos de Sandra.
A medida que pasaba el tiempo iba rehaciendo mi vida y trataba de olvidarla, pero nunca pude sacarla de mi mente por completo, es así que conseguí su e-mail por medio de Ana, decidí escribirle pero nunca respondía, –hasta cansarme por no recibir respuesta– tenía su número telefónico pero no me animaba a llamarla por  temor a su silencio que cada día me ensordecía. A medida que crecí empecé a frecuentar lugares de ambiente, teniendo parejas eventuales.
Un fin de semana me encontraba en la disco y conocí a Ale, ella se encontraba en la barra (una chica bien contorneada, tez canela y cabellos negros, vestía una blusa que dejaba ver ligeramente sus senos, una minifalda que mostraba sus piernas haciendo gala a esos hermosos tacones que llevaba).
Reconozco que lo primero que me atrajo de ella fue su físico, no sabía cómo acercarme a ella, salía a bailar y bailaba para ella, quería seducirla con el movimiento de mi cuerpo –hasta que dio la señal y también coqueteaba conmigo– fue entonces que me dirigí a la barra...
Bryan un whisky  cuando ella pregunta ¿tienes encendedor?  –Sí– ok. Gracias. ¿Cuál es tu nombre? –Fernanda–. Empezamos a frecuentarnos y poco a poco me fue enamorando de ella, era linda, buena, solidaria, siempre se preocupaba por los demás hasta que un día confesamos nuestro amor, creo que en ese momento volví a amar, ella devolvió el amor a mi vida. Nos besamos y no saben lo grandioso que fue. Mantuve una relación de año medio con Ale, nos comprendíamos  mucho y planeábamos  compartir una casa el verano entrante.
Todo marchaba bien, digo marchaba  porque nuevamente apareció  Sandra en mi vida. Una mañana  fue a buscarme a la Universidad que por cierto estudiaba derecho. Estaba  en la cafetería  con mis amigas, cuando la veo ingresar (Dios, volvió  a despertar todo lo que sentía por ella)
Fuimos a su departamento, platicamos de aquella noche cuando iba  a decirme que se iba, pero no quería malograr aquel bello momento, se encontraba confundida por todo lo que pasamos.

Tenía miedo de escribir por temor a tu rechazo, el no poder soportar la distancia, fueron muchas cosas, saber de ti y saberte lejos me dañaría mucho más y por eso preferí el silencio –¿Me sigues amando?– preguntó. No pude responder nada, no porque no la amara sino por los nervios y la confusión que embargaban mis sentimientos, ahora no solo debía pensar en mí, sino también en Ale.
Posó sus manos en mi rostro  y me besó, lo lamentable es que no pude rechazarla  y volvimos a entregarnos  a nuestra pasión, nuevamente dejamos que nuestros cuerpos  y manos encajaran perfectamente, fue exactamente igual o mejor dicho mejor que la primera vez, debido a la pericia con la que actuábamos, con el mismo calor y deseo o quizá aún mejor. Quedamos en vernos el día siguiente.
Continuará...

lunes, 12 de diciembre de 2011

Simplemente Fer I


Sólo espero que al terminar de leer mi historia no me juzguen, y traten de comprenderme...
Recuerdo que tenía once años, estaba en el colegio y me atraía muchísimo mi compañera, creo que por los rizos castaños que llevaba. Fantaseaba con ella,  tomarla de la mano, compartir inolvidables momentos –no sabía lo que era un beso pero ya deseaba hacerlo, aunque me conformaba con besarle la mejilla, con eso me bastaba– Un día por esas circunstancias de la vida nos encontramos en el baño y por saludarme presurosa sus labios ligeramente rozaron los míos. No recuerdo cómo sucedió pero desde aquel día nos convertimos en las “mejores amigas”.

Ella siempre estaba en mis pensamientos, terminamos la primaria y nos separamos, sus padres se mudaron de ciudad.
Fueron pasando los años, yo con las mismas inquietudes de púber y recordando la escena del baño, preguntándome: ¿Dónde vivirá Sandra? ¿Habrá cambiado físicamente? ¿Algún día la volveré a ver?
Un 14 de septiembre del año 2000 (fecha que nunca olvidaré) tenía quince años y era el cumpleaños de mi amiga Ana, compañera de aula.
Todas se encontraban entretenidas conversando sobre el chico más popular de la escuela, típico de toda adolescente que empieza a interesarse por el sexo opuesto. –claro que yo desencajaba totalmente– pero allí estaba guardando las “apariencias” en esta sociedad tan conservadora.
Suena el timbre cuando Ana grita: ¡Sandra! ¡Prima querida! Con solo oír su nombre sentí una sensación extraña, todo el cuerpo me temblaba. De inmediato relacione Sandra, con mi  “mejor amiga”, aquella que despertó el amor en mi pubertad. Me encontraba nerviosa sin saber que realmente era ella. (Siempre he pensado y pienso que el corazón no te engaña) Quería verla y asegurarme que era ella, pero sólo alcanzaba a oír su voz y claro la de su familia, fueron los minutos más desesperantes.
Chicas ella es Sandra mi prima que llegó a vacacionar. Y todas en coro –hola Sandra, hola–. En ese momento cuando la vi  enmudecí  completamente, mi corazón quería gritar y aquel fuego dormido se encendió.

Empecé a relacionar el apellido de Ana con el de Sandra y muchas otras cosas...
Físicamente no había cambiado mucho, tenía el mismo rostro angelical, delgado, ojos expresivos, era un ángel –y no exagero–.
Sandra se sentó frente a mi ¡Fernanda, mírala, háblale! Ya sé hablaré de la escuela –no es muy tonto–le preguntaré su nombre ¡Pero si ya lo había dicho! No sabía qué hacer.

Cada vez que ella hablaba  la reconocía más, su sonrisa, sus gestos, sus labios aquellos que apenas pude rozar pero que ya causaban sensaciones intensas en mi ser y que aún me hacen delirar.
Hasta que en un momento la sorprendí observándome, desvió la mirada y salió de la sala, cuando regresó era yo quien la observaba y mucho, pero debo reconocer que esta vez fue ella la que me sorprendió, me quedé mirándola entusiasmada, anonadada, abrumada y con unas ganas desenfrenadas de besarla, fueron unos segundos mágicos, recordé nuestra niñez, fue como si ella también supiera quien era yo  “La mejor amiga”.
¿Fer porqué tan callada? –Alguien balbuceo y rompió mis recuerdos– En ese momento ella cambió de semblante y un brillo especial invadieron sus ojos, se le notaba perturbada. ¿Qué te pasa? Pareciera que no estuvieras aquí –replicó otra amiga–. Así que disimulé mi desasosiego. Y en un momento, no recuerdo cual nos dejaron solas –Fernanda R.– Sí respondí –quería abrazarla, besarla, y me quedé inmóvil–.

¿No me recuerdas? Replicó. Soy Sandra F. Estuvimos juntas en el “Corazón de María”. Diablos en ese momento aún seguía entumecida.
Reaccioné y pudimos conversar; mientras hablábamos no dejaba de mirar sus labios. –Creo que ella se dio cuenta– trasladó sus manos hacia su rostro y poco a poco vi cómo las suyas iban a posarse sobre mi rostro haciéndome mimos, me puse muy nerviosa y no quería hacer otra cosa que besar sus labios pero esta vez darle un verdadero beso, –pensé–. No sabía ni cómo besar, pero imaginaba que debía hacerlo como en las películas. Debo confesarles que nunca nadie volvió a rozar mis labios a pesar de mis 15 años, aún no tenía destreza en esas artes amatorias.

Conversamos mucho, nadie importaba solo éramos Ella y Yo. Recuerdo que fui  la última en despedirme, claro ya antes habíamos  intercambiado números telefónicos. Mientras estaba en casa no dejaba de pensar en ella y en el beso que al despedirse me dio, aunque sólo fue en la mejilla sus labios volvieron a tener contacto con mi piel. Al día siguiente no dudé en llamarla, nos citamos en una heladería, hablamos de cualquier cosa, lo único que me importaba era disfrutar de su presencia. Las horas pasaban y quería preguntarle de cuando ella rozó mis labios.   –A lo mejor ni lo recuerda pensé– pero no importaba sólo quería volver a tratar el tema, con la única intención de envolverla y hacerle  creer que era una mujer madura y con experiencia para poder enseñarle lo que era estar con una chica  –claro también quería experimentar, pero no podía decírselo–.
Al despedirse pude sentir ligeramente sus labios en la cuarta parte de los míos ¿se le habrá pasado, calculó mal? Sólo la miraba atónita, decidí marcharme cuando oí: –Fer–  volteé ligeramente. Te  Quiero Mucho.
Continuará...

Simplemente Fer

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